miércoles, 30 de marzo de 2016

La musaraña elefante.

Uno de los mamíferos más raros del mundo:

Las musarañas elefante son unos mamíferos del tamaño de un ratón o incluso de una rata. Tienen largas patas y cola y una especie de pequeña trompa que les da su nombre vulgar, aunque no están especialmente relacionadas con los elefantes. Tampoco con las musarañas, a pesar de sus hábitos insectívoros. Poseen su propio orden dentro de los mamíferos (Macroscelidea) y viven en zonas boscosas de África.
La hembra está mucho tiempo amamantando a sus crías y no puede ocuparse de limpiar los senderos, por lo que el macho coopera con ella y se encarga mayoritariamente de esta faena.


martes, 29 de marzo de 2016

¿Que sentido tiene esto...?

A pesar de su supuesta preocupación hacia los animales, los zoológicos son más bien “colecciones” de animales interesantes: no son refugios ni hogares para los animales. Incluso bajo las mejores condiciones es imposible duplicar o acercarse a crear algo similar al verdadero hábitat en que éstos viven. A los animales se les impide realizar la mayoría de los comportamientos que para ellos son innatos y vitales como correr, volar, escalar o acompañarse de otros compañeros de especie. Los zoológicos sólo enseñan al público que es aceptable interferir y mantener en cautiverio a los animales, a pesar de su aburrimiento, hacinamiento, soledad y privación de las más elementales maneras naturales de su especie.
La mayoría de los recintos zoológicos son muy pequeños, y en lugar de promover la comprensión o respeto por los animales, ofrecen sólo un poco de información sobre su alimentación, las distintas especies existentes y su entorno natural. Temas como el comportamiento de los animales es discutido y analizado muy a lo lejos, ya que las necesidades naturales que posee cada especie raramente se cumplen.
Por ejemplo, a los pájaros se les cortan sus alas ya que no pueden volar dentro de los zoos, los animales acuáticos a menudo carecen de agua suficiente, y muchos animales que viven naturalmente en grandes manadas o grupos familiares están solos, o como máximo, de dos en dos. La caza natural y los rituales de apareamiento son prácticamente eliminados, por su alimentación y las técnicas con que regulan la reproducción natural. Los animales están muy limitados, carecen de privacidad, y tienen pocas oportunidades de estimulación mental o de ejercicio físico. Estas condiciones suelen dar lugar a un comportamiento destructivo y anormal conocido como “zoocósis” o psicosis de zoológico.
Los zoológicos dicen trabajar por la protección de las especies en peligro de extinción, lo que suena como un noble objetivo, pero por lo general sólo favorecen a los animales más famosos y populares de los zoológicos, porque atraen multitudes y publicidad. El gobierno chino, por ejemplo, "alquila o arrienda " pandas a zoológicos de todo el mundo por cuotas de más de 1 millón de dólares por año, pero algunos cuestionan si estas ganancias están dirigidas real e integralmente a la protección de los pandas. La mayoría de los animales cautivos en los parques zoológicos no están en peligro de extinción, y aquellos que si lo están probablemente nunca serán dejados en libertad

Los animales más longevos.

La esperanza de vida de los humanos supera los 80 años en ciertas zonas del mundo, poca cosa si se compara con la de algunos de los animales más longevos.




Adwaita. Se cree que esta tortuga de Aldabra, Geochelone gigantea, nació hacia 1750. Hasta su muerte, en 2006 –tenía unos 255 años–, fue el habitante más famoso del zoo de Alipore, en la India. 
Ming. Así se bautizó a una almeja de Islandia, Arctica islandica, hallada en 2007. Unos investigadores de la Universidad de Bangor, en Gales, estimaron que había vivido 507 años.

Corales. Un equipo de investigadores de distintas instituciones de EE. UU. determinaron que algunos especímenes de coral negro del género Leiopathes que se desarrollan cerca de las costas de Hawái han vivido más de 4.260 años. Otros, del género Gerardia, conocidos como corales dorados, tienen casi 2.750 años.




Turritopsis nutricula. Tras alcanzar su madurez sexual, estas medusas son capaces de revertir a su estado de pólipo en un ciclo que se puede repetir indefinidamente, lo que les confiere una cierta forma de inmortalidad.

George. Es el nombre que se le puso a una langosta americana capturada en la costa de Newfoundland, en Canadá, en diciembre de 2008. Entonces se estimó que rondaba los 140 años.


lunes, 28 de marzo de 2016

¿Los glaciares sangran?

Los glaciares, esas inmensas masas o ríos de hielo que bajan por las laderas de las montañas de las zonas más frías del planeta, contienen básicamente agua. Sin embargo, algunos de ellos arrastran también un buen número de rocas y minerales que pueden alterar su aspecto, normalmente blanco azulado. Por ejemplo, en la Antártida hay un paraje regado por torrentes de color rojizo conocidos como cataratas de sangre.




Este fluido carmesí surge como de una herida abierta desde las entrañas del glaciar Taylor, nombrado así en honor del geógrafo y explorador australiano Thomas Griffith Taylor, miembro de la expedición de Scott al Polo Sur de 1911. Él fue el primero en admirar este singular paisaje en la región antártica de los Valles Secos de McMurdo, que conforman una de las zonas más áridas del mundo. Allí apenas hay precipitaciones y la ausencia de hielo en algunos puntos deja al descubierto un terreno desértico. La estructura del glaciar, que alcanza 54 kilómetros de largo y 400 metros de espesor, no está totalmente congelada.

La parte sólida cabalga sobre un lago cuyas aguas poseen una concentración de sal cuatro veces superior a la de los océanos, además de mucho hierro. Inicialmente los científicos que investigaron este fenómeno pensaban que el color rojo provenía de una población de algas, pero lo cierto es que se debe a la abundancia del metal: cuando el líquido sale al exterior, el ion ferroso se oxida al contacto con la atmósfera, y sus óxidos –poco solubles– se depositan en la superficie.
La zona de salmuera subyacente tiene entre 1,5 y 2 millones de años de antigüedad y aloja un rico ecosistema de bacterias autótrofas que metabolizan los iones de azufre y hierro. La microbióloga de la Universidad de Tennessee Jill Mikucki fue la responsable del hallazgo. Según los análisis de laboratorio, estos organismos microscópicos usan el sulfato como catalizador en la respiración, toman hierro en su forma férrica –insoluble– y lo transforman en ferroso –soluble en agua– usando como fuente de energía la materia orgánica enterrada junto a ellos.
Mikucki y su equipo han sido los primeros en observar el fenómeno en la naturaleza. Debido a su aislamiento, los microorganismos habrían evolucionado al margen del exterior, diferenciándose de las bacterias similares que habitan los océanos.

Vive y deja vivir